Hay días que busco las estrellas y noches que me olvido de ellas,
porque me pierdo en esas sombras escarchadas de lujos cotidianos
que pasan dejando su mal aliento, su dolor de cabeza y su esplín,
hasta que amanece, como siempre.
Y entonces, sin levantar la cabeza, retomo la búsqueda diaria.
Es que vuelvo del neón, haciéndome el idiota,
porque en mi corazón brilla una estrella rota.
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